Si el titular de este artículo llamó su atención es un hecho que ya ha escuchado hablar de BIM o que, incluso, ya conoce bastante al respecto y hasta es posible que ya lo esté utilizando. Así que, para comenzar, le aseguramos que estas tres letras representan una auténtica revolución que está cambiando los métodos de trabajo en el sector de la construcción.
Poco más de 20 años después de la aparición de CAD (Computer AIded Design) llegó BIM, que significa Building Information Modeling, por sus siglas en ingles. Y, actualmente, ya se ha impuesto como el nuevo estándar de construcción en países como Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Noruega, Dinamarca y Finlandia.
De acuerdo con datos del Banco Interamericano de Desarrollo, en América Latina y el Caribe, Chile es la nación que va a la cabeza en cuanto a su adopción. Además, el BID sigue impulsado diferentes iniciativas para promover el uso de BIM, tanto en los proyectos de infraestructura que financian en esta parte del mundo, como en lo que respecta a políticas públicas que impulsen la transformación digital de la industria.
También a partir de las estimaciones de esta entidad, Guatemala y El Salvador tienen, a la fecha, poco menos de 3 años de trayectoria en su uso.
¿Qué significa BIM en la práctica?
En castellano, BIM se traduce como Modelado de Información para la Construcción y, para explicar en qué consiste, lo más completo es elaborar una lista como la siguiente, pues significa:
- Aplicar un conjunto de metodologías, tecnologías y estándares colaborativos que permiten ordenar y centralizar información, personas y procesos.
- Manejar toda la información de un proyecto utilizando bases de datos digitales y tridimensionales, accesibles a todos los involucrados y que se actualizan en tiempo real.
- Reproducir de forma multidimensional el proceso real de la construcción que abarca todas las fases del ciclo de vida de una infraestructura.
En consecuencia, también conviene aclarar que BIM es mucho más que modelado 3D y tampoco se trata solo de un software o de una tendencia más. No puede implementarse de la noche a la mañana y, por tanto, está exigiendo que los profesionales del sector se adapten a los nuevos tiempos en los que el manejo eficiente de la información tiene un rol preponderante para la rentabilidad y el éxito de las obras.
Razones de su éxito
En términos generales, sin BIM la información de los proyectos está repartida entre cada uno de los actores del proceso constructivo, quienes manejan datos de forma manual en la mayoría de los casos, con los consecuentes errores, ineficiencias y reprocesos derivados de ello.
En cambio, por todo lo expuesto previamente, BIM permite:
- Documentar todas las actividades, aumentando la trazabilidad y la transparencia.
- Detectar colisiones y conflictos; así como estimar costos y tiempos en la fase de diseño.
- Planificar virtualmente la obra en tres dimensiones, según las secuencias de su ejecución.
- Controlar el seguimiento del trabajo con mayor precisión.
- Proponer soluciones más efectivas.
- Analizar y gestionar la sostenibilidad de la obra.
- Aumentar la productividad y la calidad del resultado final.
En suma, el uso de BIM sigue extendiéndose a escala global, pues se traduce en múltiples ventajas competitivas que conviene aprovechar cuanto antes.